Para nadie es un secreto que desde el inicio de las
civilizaciones la mujer no ha tenido el papel protagonista, que gozan de menos
derechos que los hombres casi en todo el mundo, que han tenido que luchar
arduamente para ser tratadas con la misma dignidad y respeto que a los hombres,
para que sus cualidades, virtudes y
talentos pero sobre todo sus derechos sean reconocidos y puedan usarlos para
algo más que cuidar de su esposo, de su familia y de su hogar. Parece que este
gran esfuerzo que han puesto a lo largo del tiempo está empezando lentamente a
dar frutos aunque aún queda mucho por hacer, todavía hay demasiados prejuicios,
estereotipos, pensamientos arcaicos, machistas y misóginos por erradicar.
Sin embargo pese a todo el empeño y sacrificio con que las
mujeres han empezado a lograr ser tratadas con igualdad hay un factor que
pienso no les ha ayudado en nada, al contario ha sido un obstáculo demasiado
grande, el mayor se podría decir, en la búsqueda de esta independencia tan
anhelada, la relin.
¿Pero cómo un sistema de creencias, que ha sido una parte
trascendental de nuestra cultura y forma
de vida desde siempre podría impedir algo que tan justo como es la igualdad
entre hombres y mujeres?
Pero un hecho que capta mi atención es que a medida que el tiempo avanzaba que
se suponía éramos más civilizados aumentaba el trato discriminatorio hacia la
mujer en mayor medida talvez por la
llegada de las religiones como tal a muchos lugares del mundo, talvez con la
llegada de estas religiones podemos entender
el patriarcado, los arreglos matrimoniales hechos por los varones a
espaldas de las mujeres, el papel sumiso jugado por éstas en la historia, el
harem, la ablación clitoriana; podemos entender que una comadrona en las
comunidades rurales de Latinoamérica cobre más por atender el nacimiento de un
niño que el de una niña, o podemos entender la lógica que lleva a la lapidación
de una mujer adúltera en el África.
Podríamos decir entonces que las religiones han venido
bendiciendo las diferencias de género, por supuesto siempre a favor de los
varones, que son machistas y nunca han promovido la equidad real y si hay
diosas mujeres, como efectivamente las hay, la feligresía está atravesada por
el más absoluto patriarcado.
Podríamos incluso excusar a las
religiones mas antiguas o a las grandes religiones monoteístas diciendo que sus
expresiones abiertamente patriarcales y machistas son producto de sociedades
mucho mas atrasadas donde hoy ya se comienza a establecer la agenda de los
derechos humanos, incluidos los de las mujeres, sociedades que van dejando
atrás el oscuro pasado del "sub-desarrollo". Y que por esta
razón dos milenios y medio atrás,
Confucio, el gran pensador chino, pudiera decir que "La
mujer es lo más corruptor y lo más corruptible que hay en el mundo",
o que el fundador del budismo, Sidhartha Gautama, aproximadamente para la misma
época expresara que "La mujer es mala. Cada vez que se le
presente la ocasión, toda mujer pecará".
Así mismo, en una lectura historiográfica de la Sagrada biblia de la religión católica, que en el Eclesiastés 22:3 pueda
encontrarse que "El nacimiento de una hija es una
pérdida", o en el mismo libro, 7:26-28, que "El
hombre que agrada a Dios debe escapar de la mujer, pero el pecador en ella
habrá de enredarse. Mientras yo, tranquilo, buscaba sin encontrar, encontré a
un hombre justo entre mil, más no encontré una sola mujer justa entre
todas". O que el Génesis enseñe a la mujer que "parirás
tus hijos con dolor. Tu deseo será el de tu marido y él tendrá autoridad sobre
ti", o el Timoteo 2:11-14 que dice
que "La mujer debe aprender a estar en
calma y en plena sumisión. Yo no permito a una mujer enseñar o tener autoridad
sobre un hombre; debe estar en silencio".
Los seres humanos siempre hemos intentado
concebir la historia como un continuo desarrollarse, y al proceso civilizatorio
como una búsqueda eterna de mayor
racionalidad en las relaciones interhumanas, podría entenderse que cosmovisiones
religiosas antiguas como la que aún mantienen los ortodoxos judíos repitan en
oraciones que se remontan a lejanísimas antigüedades: "Bendito
seas Dios, Rey del Universo, porque Tú no me has hecho mujer", o "El
hombre puede vender a su hija, pero la mujer no; el hombre puede desposar a su
hija, pero la mujer no".
Y es impactante ver que estas maneras
de pensar siguen vigentes en la humanidad pese al gran progreso de los últimos
siglos, desde una noción occidental, se pensaría que son religiones
"primitivas" las que consagran el patriarcado y la supremacía
masculina. En la población africana 100
millones de mujeres y niñas son actualmente víctimas de la mutilación genital
femenina, practicada por parteras tradicionales o ancianas sin el más mínimo
cuidado o higiene, a causa de la errónea idea de que las mujeres no deben
sentir ninguna clase de placer sexual, ya que solo están para satisfacer las
necesidades de los hombres y tener hijos, sin ni siquiera contemplar el hecho
de que casi el 30% de las niñas a las que se les practican estos rituales
mueren de infección por la falta de higiene además de que es un acto despiadado
hacerle esto a niñas de apenas un año que no tienen manera de oponerse y a
pequeñas entre los 7 y 15 solo les imponen esto como una obligación porque de
negarse a que les realicen esta práctica son rechazadas por su comunidad o peor
aún forzadas, y es que forzadas o no este acto desnaturalizado no es más que
una violación a los derechos y la dignidad de las mujeres que no solo les
quitan la posibilidad de sentir también las privan de su libertad, de
conciencia, de pensamiento, desde que nacen les inculcan la sumisión a un
hombre y a una religión a la que no
pueden contradecir en lo más mínimo porque de ser así el castigo es irrevocable
ANGIE PABON
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